Web cookieless, este sitio no usa cookies de terceros

Este es un sitio web cookieless friendly. No hace uso de las denominadas cookies de terceros, respetando así la privacidad de sus visitantes al no almacenar —entre bastidores— datos personales que permitan identificar, rastrear y conocer los intereses de un usuario, para que terceros los usen con fines publicitarios.

En esta página tus datos personales almacenados en cookies están muy seguros porque no hay cookies que los almacenen.

Y eso es todo. Continúa leyendo si te interesa saber algo más sobre privacidad y cookies, conocer por qué puedo prescindir del típico aviso, saber la implicación y el impacto que tiene el concepto cookieless o como, sin ellas, puedes seguir midiendo la eficacia y el rendimiento de un sitio web.

¡Ah!, sigues aquí, veo que eres uno de esos usuarios cada vez más preocupados por su privacidad, de alguna manera eres consciente de que tu información personal es un producto valioso con el que se mercadea de manera ilegítima.

Noticias sobre su uso indebido por parte de empresas como Facebook, Google o Amazon, han puesto el foco sobre los datos recopilados en nuestra vida digital y en lo que se hace con ellos; recorramos este mundo para «desfacer agravios y enderezar entuertos».

Brevísima historia de las cookies

En informática, las cookies son archivos que se almacenan en un dispositivo cuando se navega por una web (también en un app). Hacen que funcione, recuerdan preferencias, muestran contenido personalizado y recogen datos para su análisis. No son virus, troyanos, spam o spyware, no abren molestas ventanas emergentes ni son responsables de fake news.

Por si mismas no son malas, las hicieron malas. En su origen eran un buen invento para distinguir usuarios y actuar en diferentes situaciones, haciéndonos la vida algo más fácil en el internet primitivo. Entonces, su utilización era automática y no era necesaria la intervención del visitante.

Pero el dinero nunca duerme y la perversión de sus fines originales, junto al posible uso malicioso por parte de atacantes, dio origen a la aparición de restricciones en los navegadores y, más tarde, a marcos legales para regularlas; quietas paradas.

Entonces, si eres tan bueno, ¿no hay cookies en esta web?

Bueno, a ver, mmm, yo, es que… Sí, me has pillado, sí hay.

Existen distintos tipos de cookies, entre ellas las denominadas cookies estrictamente necesarias —cookies técnicas— imprescindibles para un correcto funcionamiento y que se eliminan de manera automática cuando se cierra el navegador. Si eres un fanático de la privacidad, bloquearlas puede ocasionar que un sitio deje de funcionar por completo.

Como sí que soy bueno, tampoco uso cookies técnicas no necesarias, como las de personalización. Prescindir de ellas puede afectar a la experiencia de navegación y a la usabilidad, sobre todo en sitios muy complejos, pero también pueden incluir datos personales susceptibles de ser utilizados de forma maliciosa.

En especial, por lo que viene todo esto, es que en esta web no hay cookies de terceros: publicitarias, sociales o de análisis, como cookies de seguimiento, cookies de segmentación, cookies de redes sociales o cookies de analítica.

Todas estas pueden identificar el dispositivo en uso y almacenar datos tan sensibles como la edad, la ubicación, el género, la profesión, intereses personales o el historial de navegación, toda una intromisión ilegítima en nuestro día a día digital. Ahora es cuando asocias Internet a la imagen de un espía en la sombra, siempre vigilante y conocedor omnisciente de todos tus movimientos.

Y así, niñas y niños, es como las cookies empezaron a quitarles el sueño a los expertos en privacidad, dando origen a divertidos reglamentos y directivas por todo el mundo.

Pero a ver, si usas cookies, ¿no es necesaria la ventanita de las narices?

El aviso de cookies —la típica barra o ventana informativa— es obligatoria cuando se utilizan cookies que no son estrictamente necesarias.

La ley no obliga a mostrar una notificación, que también posibilite su gestión, si solo se emplean cookies que permitan un correcto funcionamiento para prestar el servicio y que desaparezca al cerrar el navegador.

La normativa actual no deja claro si hay que informar sobre otras cookies técnicas opcionales que no manejen datos personales. En el caso de esta web, sin funciones complejas y al existir alternativas técnicas cookieless, era posible prescindir de ellas sin que se resintiera apenas la experiencia del usuario.

El aviso de cookies es un imperativo legal cuando existen cookies de terceros, las malas de la película.

Vayamos al grano, ¿qué son las cookies de terceros?

Las cookies de terceros son generadas por servicios relacionados con la publicidad, la analítica o las redes sociales, servicios ofrecidos por empresas ajenas al propietario de la web.

A diferencia de las cookies propias —como las técnicas estrictamente necesarias— una cookie de terceros se crea en otro sitio web, no en el sitio web que se está visitando.

Permiten identificar sin consentimiento explícito a los usuarios gracias a que conocen, mejor que tú, tus actividades, gustos y preferencias, además, con ellas surgen otras dudas: ¿dónde se almacenan esos datos captados?, ¿quién los usa?, ¿con qué propósito?, ¿cuánto tiempo?… Houston, tenemos un problema.

Cookies de terceros, el lado oscuro

Las cookies de terceros pueden almacenar gran cantidad de datos personales: la edad, el género, la ubicación, la ocupación, el dispositivo utilizado y las búsquedas realizadas.

Esto permite identificar y rastrear al usuario para generar un perfil individualizado con sus intereses y patrones de comportamiento, muy útil para ofrecer publicidad más efectiva, que nos perseguirá en nuestras jornadas digitales, incluso a través de distintos dispositivos.

Por ejemplo, necesitas calzado y en tu buscador favorito multicolor introduces: “zapatos con brillantina y suela fosforito”, pero al final te lo piensas y decides no ser tan atrevido. Entonces, empiezas a ver anuncios de zapatos con brillantina y suela fosforito por todas partes, además, de hombre y de tu talla, ¿casualidad? No, el buscador sabe lo que te gusta y necesitas, almacenó tu búsqueda en una cookie de terceros que combinó con otra información previa ya almacenada y la usa para mostrarte anuncios personalizados e irresistibles.

Las cookies de terceros generadas por este tipo de servicios pueden no estar relacionados con la temática de la web, y en ocasiones ofrecen servicios que un visitante ni siquiera emplea.

Puedes tener en tu web un botón del tipo “me gusta” o “compartir” de alguna red social que, por supuesto, te han ofrecido gratis. Aunque el visitante de tu web no lo empleé, es posible que el proveedor almacene una cookie que identifique y rastree al usuario y así, sin saberlo, te conviertes en un complice necesario.

El Reglamento General de Protección de Datos de la Unión Europea, GDPR por sus siglas en inglés (y también otros reglamentos), especifica que cuando una cookie puede identificar a un individuo tiene consideración de dato personal y, por tanto, debe ser regulado mediante leyes de privacidad.

Los servicios publicitarios, como los de Google, Facebook o Twitter, insertan una gran cantidad de cookies de terceros en las páginas web que visitas, aunque no estén relacionados con sus servicios o no se utilicen las funciones adicionales que ofrecen.

A su vez, los servicios publicitarios de estas grandes tecnológicas hacen negocio ofreciendo a sus anunciantes la suma de todos estos perfiles individuales. Un volumen de datos enorme, clasificado y ordenado a la perfección. Los anunciantes, encantados, pagan por crear campañas exitosas con anuncios personalizados muy eficaces, gracias a una segmentación y orientación precisas hacia públicos muy concretos.

¿Por qué lanzar acciones de marketing generalistas sin ton ni son y perder dinero cuando puedes dirigirte a un comprador ideal con muchas más probabilidades de adquirir tus productos o servicios? Imagina que vendes accesorios para automóviles, ¿gastarías tu dinero en anuncios para personas que no tienen coche?

Como dijo Clive Humby en 2006, los datos son el nuevo petróleo.

En 2020, en España, la inversión total en publicidad en medios digitales fue de 3.029,5 M€. Se gastaron, por supuesto, porque era efectiva; estaba sustentada en cookies de terceros.

Esta capacidad desmesurada, invasiva, descontextualizada y casi distópica de traficar con datos personales, ha generado preocupación social que, junto a consentimientos incorrectos, desinterés de los usuarios, cambios legislativos y actualizaciones de referentes como Mozilla o Apple, han precipitado el final de las cookies de terceros; fue bonito mientras duró.

Adiós cookies de terceros, bienvenido mundo cookieless.

¿Qué es cookieless?

Para todo aquel que viva de hacer publicidad en internet, el fin de las cookies de terceros es como «hacer publicidá en Graná, ni haces publicidá ni haces ná» (os quiero Granada).

En esta situación, el marketing digital —siempre necesitado de neologismos molones— ha acuñado el concepto de cookieless, un escenario preocupante sin cookies de terceros donde es vital adaptarse y buscar medidas alternativas para seguir realizando campañas de marketing tan efectivas como antes, pero respetando la privacidad del usuario.

Esto es bueno para el usuario, pero muy malo para las empresas, menudo disgusto; pero tomemos aire.

¿Perjudica el cookieless a la salud digital?

Sí, afecta de distinta manera a todo tipo de negocios, que, aunque no pertenezcan al sector de la publicidad, necesitan analizar la efectividad de su presencia digital y el rendimiento de sus promociones. Todos necesitarán inversión adicional para adaptarse y habrá un aumento en el coste de cualquier tipo de campaña publicitaria.

Las agencias que trabajan con anuncios, modelos de atribución y generación de audiencias lo tienen mucho más difícil (Google, Amazon o Facebook también lo son), y ya desarrollan estrategias y mecanismos alternativos con nombres como Zero Party Data, FLoC, SSP Magnite, Device ID, machine learning, Semantic AI, Privacy Sandbox o Real-time personalization.

La explicación del repertorio anterior excede el ámbito de esta sección, pero demuestra el enorme potencial que tienen las grandes tecnológicas para poder adaptarse y seguir haciendo algo muy similar, que se ajuste a la normativa legal y que resuelva las inquietudes sociales a este respecto, les va su propia existencia en ello.

Las pequeñas y medianas empresas lo tienen más fácil. Actualmente, ya hay estrategias y soluciones cookieless muy fáciles de implementar, que nos permiten medir y analizar el comportamiento de un usuario anónimo en nuestra web —lo que es lícito— en vez de «registrarle la cartera». Una solución paralela sencilla es invertir en SEO (optimización para el posicionamiento en buscadores), que puede proporcionar incluso mejores resultados que antes.

Es un buen momento para que —todos— grandes y pequeños, mejoren per se, analizando, cuestionando y evaluando la situación y el propósito de un negocio digital, replanteando la comunicación, la relación y las necesidades de su audiencia o la de sus clientes, trabajando, hoy, en cambios que respeten la privacidad antes de que afecten negativamente.

Referencias y fuentes documentales

Agencia Española de Protección de Datos. (2020, junio). Guía sobre el uso de las cookies. https://www.aepd.es/sites/default/files/2020-07/guia-cookies.pdf

Miranda, V. (2022, 28 de enero). Dieta saludable para el fin de las ‘cookies’. El Pais. https://elpais.com/extra/publicidad/2022-01-28/dieta-saludable-para-el-fin-de-las-cookies.html

Comisión Europea. La protección de datos en la UE. https://ec.europa.eu/info/law/law-topic/data-protection/data-protection-eu_es

Cisco System. (2022, enero). Cisco 2022 Data Privacy Benchmark Study. https://www.cisco.com/c/en/us/about/trust-center/data-privacy-benchmark-study.html